Junkie
de nada, de Zazil Alaíde Collins.
Por Óscar Hernández Beltrán
A finales de los
años noventa el grabador Alec Dempster y
el versador Zenén Zeferino publicaron El Fandanguito, una especie de lotería
jarocha, elaborada a partir de los sones tradicionales del Sur de Veracruz. Una
década más tarde, en 2009, la capitalina Zazil Alaíde Collins dio a conocer Junkie de nada, su primer libro de
poemas. El volumen consta de diez segmentos que corresponden, cada uno, a alguna de las cartas de aquella lotería. La
crítica especializada mostró de inmediato un gran interés por la nueva poeta y
por su obra. Los especialistas coincidieron en señalar la originalidad y el
vigor expresivo de los poemas que lo integran, así como el hecho de que el
libro contenga una estructura hipertextual
que remite constantemente a letras de piezas de rock, páginas de internet o
instalaciones y que, al mismo tiempo,
esté marcado por un profundo escepticismo que, pese a su carácter
frecuentemente irónico, ofrece al lector una sensación de general de fatiga y
decadencia, que resultan sorprendentes en una joven que contaba apenas 25 años
al publicar el libro.
Lo cierto es que, pese a ciertos
tropiezos rítmicos y a una acusada dispersión temática, Junkie de nada es un poemario pleno de hallazgos, versos
afortunados y secuencias logradas en el que se abordan asuntos tan relevantes
como la perspectiva de género, el placer
sexual, la soledad, la sobriedad, y su contrario, la embriaguez, con un
lenguaje sencillo y claro y un carácter
con frecuencia onírico y, en todo caso, profundamente imaginativo. ¿No es eso
acaso lo que solemos esperar de los
libro de poesía?.
La buena noticia es que Junkie de nada, que tuvo un tiraje
inicial de apenas 500 ejemplares en su edición impresa, se puede localizar con
facilidad en internet en donde, además, es posible establecer vínculos con los
otros productos culturales a los que el libro remite con frecuencia. Junkie de nada, de Zazil Alaíde Collins,
un libro de inspiración jarocha que vale la pena leer.