(Entrevista realizada por Cristina Hernández Rociles, publicada en Piedra de Mar, revista electrónica publicada por el Centro de Investigación y Documentación de las Artes y la Cultura del Instituto Veracruzano de la Cultura en junio de 2020).
1.-
¿Cual crees tú que ha sido la mayor aportación del IVEC a la Promoción Cultural
Nacional en estos 33 años?
Desde
su creación en 1987, el Instituto ha participado activamente en el diseño y la
operación de las políticas públicas nacionales de impulso a la vida cultural.
Conviene recordar que poco antes de la creación del IVEC se habían incorporado
por primera vez en el texto del Programa Nacional de Desarrollo las nociones
corresponsabilidad y coparticipación social en las tareas culturales. En mi
opinión, no se ha otorgado a dicho acontecimiento la importancia debida, ya que
se trató de un quiebre estructural de gran envergadura que significó, ni más ni menos, que el abandono del estado
mexicano de prácticas vinculadas al paternalismo autoritario en materia de
cultura, que se habían implantado desde los tiempos de Vasconcelos.
Estoy
convencido de que la reorientación dada por el gobierno federal a las políticas
culturales en ese entonces empató felizmente con las ideas con las que la
doctora Ida Rodríguez, con el apoyo de personalidades como Luz María Martínez,
Miguel Galindo y Olga Saenz, había forjado el proyecto del IVEC. Por ello,
iniciativas como el diseño de casas de la cultura con participación ciudadana,
el apoyo irrestricto a prácticas comunitarias como el fandango jarocho, la
organización de encuentros corales masivos o el certamen “Es tela y es arte”,
gozaron en su momento de apoyo federal y prestigio nacional. En síntesis, diría
que la aportación más importante del IVEC ha sido su apego a la visión de la
gestión cultural como una variante de la construcción de ciudadanía.
2.-
Platícame cómo surgió el proyecto Casas de Cultura y porqué es una de las
columnas del IVEC?
El
proyecto de Casas de la Cultura fue muy importante para los fundadores del
IVEC. Tal cosa puede advertirse en el discurso pronunciado por su primera
titular durante la ceremonia de
inauguración. Las casas de la cultura eran concebidas como los espacios
culturales comunitarios cuyos objetivos son el acceso de la población al goce y
la recreación de los lenguajes artísticos, mediante la operación de talleres
libres; el fomento al diálogo intercultural y el disfrute del arte, a través de
la presentación de espectáculos culturales y la preservación del patrimonio
cultural inmaterial propio, mediante el fomento de las prácticas identitarias
locales.
El
proyecto fue encomendado a la entonces Dirección de Educación e Investigación
Artísticas, que encabezaba Miguel Galindo y en la que laboraban prestigiados
promotores culturales como Felipe Eherenberg, Francisco Beverido o José Luis
Rivas, todos ellos con convicciones sociales profundas. Se diseñó un proyecto
que involucraba al gobierno estatal, que otorgaba el equipamiento y recursos
financieros; a los gobiernos municipales, que aportaban el inmueble, los
servicios generales y brindaban apoyo administrativo y a la ciudadanía que, con
tal propósito, integraba una asociación civil. Ellos se hacían cargo del
proyecto de casas de la cultura. El modelo fue exitoso: al finalizar la primera
administración se contaba ya con 53 centros culturales de ese tipo. Creo que la
clave del éxito del programa radicó en el hecho de que se trató de primer
esfuerzo estatal por brindar atención en materia cultural a todas las regiones
del estado, incluso a las más dispersas y aisladas.
3.-
Podrías comentarnos sobre el pensamiento de la Dra. Ida sobre las Culturas
Populares?
Me
temo que no soy la persona más indicada para abundar en las ideas de la Doctora
sobre el arte y la sociedad. No obstante, creo que a cualquiera que se acerque
a sus textos sobre el tema le quedará muy claro que, ante la dicotomía arte
social contra arte por el arte, la doctora optó siempre por lo primero. Para
ella, por ejemplo, la diferenciación entre arte y artesanías resultaba
ridícula, por la simple y sencilla razón de que ambos connotaban belleza. El
asunto tenía para ella un matiz de orden político. El reconocimiento de las
prácticas culturales comunitarias, su registro y su fomento, tenían un carácter
de reivindicación social y
significaban simple y sencillamente, un
acto de justicia.
4.- Que
importancia ha tenido la constante serie de exposiciones de artes visuales en
el IVEC, tienes idea de cuantas exposiciones se han montado?
La
difusión de las artes visuales, su registro y su conservación son tareas
fundamentales de cualquier entidad de impulso a la cultura. A lo largo de su
existencia, el IVEC ha ido multiplicando la infraestructura institucional
destinada a tal fin. Desde la apertura de las áreas de exposición del Exconvento Betlehemita, a las que se fueron
sumando las de la Casa de la Cultura de Coatepec, la Galería de Arte
Contemporáneo, el Centro Cultural Las Atarazanas y varios recintos más, la
difusión del arte ha sido una tarea destacada de la institución. Como la
aparición de dichos recintos ha sido progresiva, el número de exhibiciones ha
ido en aumento. A la fecha se han presentado más de mil exposiciones. Tan sólo
para este año se han programado 60. La cifra global antes dada no incluye las
presentadas por el IVEC en casas de la cultura, aunque por varios años el
Instituto impulsó la operación de un vigoroso circuito de exposiciones en
dichos recintos. La intención de la actual administración es renovar esa tarea.
5.-
¿Puedes enumerar los promotores regionales que han sido decisivos en la
Promoción cultural regional?
Por
fortuna, son muchos. No podría mencionarlos a todos, así que me limitaré a
invocar sólo a algunos de aquellos que, en mi opinión, cumplieron la importante
función de abrir brecha para todos los demás. De la Huasteca se debe incluir a
Raúl Pazzi Sequera, David Celestinos Issacs, y María Esther Patiño Cruz; del
Totonacapam, a Teodoro Cano y Francisco Acosta; de las Altas Montañas a Juan
Pablo Villegas, Raúl Tovar y Roberto Ortega; del Sotavento a Humberto Aguirre,
María de los Ángeles Suarez y José Enrique Ruiz Uscanga; de los Tuxtlas, a
Fernando Bustamante Rábago, Eneas Rivas
Castellanos, Gilberto Gutiérrez Silva y Andrés Moreno Nájera; del Sur, a
Angélica Carmona y, Ricardo Perry Guillén. (Releo la lista y advierto muchas
omisiones: ofrezco una disculpa a todos. Ellos saben quiénes son).
6.-
Y por último Remata con tu mejor recuerdo del IVEC de los primeros tiempos.
Llegué
al IVEC con una visión académica de las artes, especialmente de la literatura.
Una de mis primeras tareas fue participar en la recolección de piezas
destinadas a la exposición de arte popular con la que se inauguraría la Sala
Oriente del Ex convento Betlehemita. Para ello visité diversas poblaciones,
establecí contacto con artesanos, subí cerros y remonté ríos. Mi visión de la
cultura cambió radicalmente. No había transcurrido ni un mes de mi arribo a la
institución, pero mi forma de entender la producción simbólica se había modificado
para siempre. Eso, creo, le ha sucedido también muchos de quienes han pasado
por la institución. El IVEC forja.