De entre las definiciones de anarquismo que conozco, la que me resulta más clara
es aquella que la refiere como “una ideología política que pretende conseguir la
emancipación del hombre de todo tipo de organización jerárquica que limite
coactivamente su libertad”. Creo que esta enunciación se aviene adecuadamente
con el libro que hoy presentamos, con su narrativa y con su estructura, porque
ni la una ni la otra resultan convencionales, como debe suceder, entiendo, con
todo texto que aspira a rendir cuenta de la pasión libertaria. Lo anterior no
significa, desde luego, que los escritos de pensadores anarquistas militantes
como Anselmo Lorenzo o Federica Montseny posean una estructura especialmente
compleja. Todo lo contrario: suelen ser textos sencillos, directos, conscientes
de su afán proselitista y del perfil de sus destinatarios. Significa, creo, que
la aspiración de encarnar estéticamente el pensamiento libertario incluye la
certeza de que cualquier concesión al facilismo literario, cualquier debilidad
ante las exigencias del mercado, es una forma de claudicación ante el anhelo de
plasmar literariamente la rebeldía y el afán reivindicatorio de una forma de
pensamiento que, paradójicamente, busca contar con la participación de las masas
de una manera sencilla y espontánea. Esta paradoja define, me parece, la
vertiente central de La libertad es el tema: sucede que estamos ante una obra
que rinde homenaje al pensamiento anarquista, a su honestidad, su valentía y su
congruencia, al tiempo que reivindica su derecho a presentarse como un reto para
los lectores, como una provocación que demanda su total atención mediante una
construcción compleja, que alterna los espacios temporales y espaciales y
delimita de manera heterodoxa sus afanes interpretativos. Si alguno, el
sentimiento que domina a este libro, es el de la admiración: admiración hacia un
grupo de pensadores y activistas que aspiraron a construir una sociedad de
iguales, sin convertirse en dirigentes de nadie, sin abandonar nunca sus oficios
y actividades ordinarias y quienes, además, vivieron una vida congruente con sus
principios éticos. Es verdad que un sector de los militantes anarquistas no
descartó el recurso de las acciones violentas; también lo es que enfrentaron con
dignidad las consecuencias de sus afanes. De esto y más trata el libro que hoy
presentamos: ante los ojos del lector van apareciendo, no necesariamente en
orden cronológico o geográfico, las mujeres y los hombres que se empeñaron
(empeño que no ha cesado hasta nuestros días, debe anotarse) en construir un
mundo en el que tanto los adultos, como los jóvenes y los niños, convivan en
igualdad de condiciones y sin que un aparato legal y coercitivo regule su
cotidianidad y sus aspiraciones. Así, lo mismo Bakunin que Emma Goldman o
Anselmo Lorenzo, los grandes personajes del anarquismo (grandes a pesar suyo)
van apareciendo en La Libertad es el tema en un concierto que no resulta
convencional porque quien emite el discurso no pretende serlo: se trata, podría
afirmarse de un orden desordenado, que ya desde su estructura invita a la
reflexión no canónica, en la que los principios de disposición y adecuación
comedidas son dinamitadas, para ser reemplazadas por una percepción múltiple que
entrega al lector una visión variada y compleja. Alain Derbez es autor de una
obra múltiple y diversa que incluye lo mismo poesía que narrativa y ensayo. Su
trayectoria comprende, además, tareas como difusor en medios masivos de
comunicación como la televisión, la radio y la prensa escrita; así como al
frente de proyectos tales como colecciones editoriales o revistas. Lo
característico de su producción es, todo caso, un afán por impulsar la
diversidad de pensamientos y sensibilidades, convencido de que únicamente la
expresión de dicha multiplicidad permitirá a las personas y las generaciones
experimentar la libertad a la que todos tenemos derecho, convencido, en suma, de
que La libertad es el tema. De esto trata el nuevo título de la Editorial Mar
Adentro, un proyecto editorial gestado en el Puerto de Veracruz, que aspira,
desde luego, a encontrar lectores en todas las ciudades. Ojalá el encuentro se
produzca. Muchas gracias.