Gestión cultural en
Veracruz. Instancias, actores, metas y matices.
Por Óscar Hernández Beltrán.
Agradezco a la Doctora Ahtziri Molina el que me haya
invitado a participar en esta ceremonia de presentación. Lo agradezco y lo
celebro, porque la lectura de la publicación que hoy nos reúne significa una
oportunidad para reflexionar acerca de temas tan relevantes como el enfoque de
las políticas públicas en materia de cultura y desarrollo en Veracruz, la
participación de los grupos organizados de la sociedad civil en la vida
cultural de nuestro estado y los mecanismos de aproximación y análisis que
desarrolla un grupo de trabajo en la cada vez más intensa labor académica de la
Universidad Veracruzana.
Dos
son, en mi opinión, los aspectos más relevantes de este libro: por un lado, el
diagnóstico del estado que guarda la gestión cultural en nuestra entidad,
establecido, desde luego, de manera provisional, en espera de que otros
trabajos de investigación y reflexión como los que aquí se reúnen permitan
confirmar o ampliar las conclusiones que se presentan en esta compilación y,
por otro, una crítica pertinente y necesaria a las políticas públicas en
materia de cultura, ejecutadas por las entidades responsables de su impulso y
fortalecimiento.
El
método utilizado para la elaboración del diagnóstico antes mencionado parte de
una caracterización del proceso de transición que convirtió a los antiguos
promotores culturales en flamantes gestores culturales. Para explicar dicho
proceso se identifica a la promoción de la cultura como una actividad centrada
en la lucha por la defensa de la identidad, ya que, en efecto, las ideas de la
época concebían a la cultura como el conjunto de manifestaciones que
caracterizaban a una sociedad y explicaban centralmente su sobrevivencia. La
defensa, el fortalecimiento y la difusión de la cultura propia, así como la apropiación
consciente y sistemática de las mejores
prácticas de las otras culturas eran, en consecuencia, los objetivos centrales de un promotor cultural.
El
arribo de la idea de la gestión cultural complejizó esa tarea y demandó tres
capacidades básicas de los nuevos agentes culturales empeñados en intervenir en
los circuitos de producción, circulación y consumo de las manifestaciones
culturales: competencias técnicas, habilidades administrativas y capacidad de intervención en
el imaginario social, con miras a posibilitar el establecimiento de nuevas
plataformas de acción a los agentes
culturales.
Para
entender el mecanismo de transición que posibilitó en Veracruz el asentamiento
de la idea de la gestión cultural, el grupo impulsor del libro que hoy
presentamos revisó los contenidos de las acciones de capacitación sobre el tema,
llevadas a cabo por las instituciones federales y estatales de cultura.
Descubrieron que, mal que bien, con dichas acciones se habían atendido los
aspectos relacionados con las competencias técnicas (organización de
actividades de difusión cultural, etc.) y las habilidades administrativas
(elaboración y manejo de presupuestos, recaudación de fondos, etc.) pero que no
se habían abordado o, al menos no suficientemente, los procesos que posibilitan
la intervención de los gestores culturales en el imaginario social, con miras a
enriquecer y diversificar los anhelos y las expectativas culturales de las
comunidades. Lo anterior, supone, desde luego, una carencia grave, pues
significa que los aspectos creativos de la gestión de la cultura no son
debidamente desarrollados entre nosotros.
Otro
aspecto preocupante del panorama general de la gestión cultural en Veracruz
tiene que ver, conforme a lo que se estudia en la obra que presentamos, con la
falta de continuidad en las acciones institucionales de impulso a la cultura. Como puede sospecharse, esta
situación es resultado de la intensa rotación de cuadros directivos que,
generalmente, suponen la cancelación de proyectos en desarrollo, el
establecimiento de nuevos proyectos y, en síntesis, la falta de continuidad en
perspectivas y acciones lo que, generalmente, significa desperdicio de recursos
y falta de asertividad entre la comunidad de creadores, gestores y custodios
del patrimonio cultural veracruzano y
las instituciones encargadas de brindarles atención y respaldo.
Por
lo que hace a la participación de los gestores culturales independientes, si
bien se reconoce que algunos de los grupos de la sociedad civil organizados en
torno a las tareas de gestión de la cultura alcanzan con éxito las metas que se
imponen, y que incluso han logrado desarrollar acciones de impacto cultural que
suelen trascender las fronteras estatales y nacionales, también es cierto que
se advierte en varios de ellos poca claridad en cuanto a sus objetivos,
estrategias precarias de reproducción y una cierta tendencia a depender de los
apoyos que brindan los programas institucionales, lo que debilita su impacto
cultural y compromete su independencia.
Permítaseme
declarar aquí mi adhesión central a los puntos nodales del diagnóstico esbozado
en Gestión Cultural en Veracruz. No
obstante, y abusando de mi condición de lector invitado y de la paciencia de
todos ustedes, quisiera señalar algunos aspectos y algunas circunstancias que
podrían matizar, aunque fuera levemente uno de los presupuestos antes
señalados, en el entendido, claro está, de que mi lectura del texto no está
demasiado alejado de los contenidos de la obra.
En
primer lugar, quisiera decir que, en efecto, la intervención en el campo de lo
simbólico colectivo no es una práctica constante ni sistemática en las instancias
públicas de impulso a la cultura. No obstante creo que, como lo reconoce el
libro, algunas propuestas de política cultural han resultado sorpresivamente constantes
a lo largo del tiempo y que los efectos culturales que los programas y los
proyectos que tales propuestas generan entre la sociedad veracruzana pueden
constatarse cabalmente.
El
libro que hoy nos congrega menciona como un ejemplo de tal perduración a la
Feria del Libro Infantil y Juvenil que cada año se lleva a cabo en Xalapa.
Quisiera mencionar otro, si me lo permiten: la convicción de que Veracruz forma
pare del Caribe. La frase ahora canónica “Veracruz también es Caribe” fue
lanzada como propuesta por el Instituto Veracruzano de la Cultura desde su
fundación, hace 28 años. Entonces provocó desdén y enojo entre ciertos sectores
ilustrados de la Ciudad de Veracruz. Hoy, merced a la realización de una gran
cantidad de foros, publicaciones y presentaciones artísticas, la idea de que
los veracruzanos formamos parte de lo que Antonio García de León denomina el
circuncaribe, es algo plenamente aceptado y asumido por amplio sectores de la
sociedad porteña.
Creo
que los ejemplos podrían multiplicarse y
comprenderían prácticas tan diversas como el establecimiento de centros culturales en
los municipios, la refuncionalización de diversos objetos artesanales o la
incorporación de foros de reflexión en fiestas patronales, prácticas todas
ahora comúnmente aceptadas, pero que en su momento significaron propuestas
novedosas, impulsadas desde las instituciones de la cultura siempre, por
fortuna, con el apoyo entusiasta de sectores de la sociedad civil
independiente.
No
me resta sino saludar al grupo de trabajo que hoy da a conocer esta
publicación, felicitarlo por su iniciativa de colocar en la red los resultados
de sus procesos de investigación, lo que seguramente les permitirá una
penetración mucho mayor que la que posibilitan otras plataformas, y expresar mi
reconocimiento a los autores de los ensayos que integran este volumen, porque
cada uno de ellos logró resolver con objetividad, claridad y sencillez la
difícil tarea de elucidar aspectos de la gestión cultural actual de Veracruz y
conformar con ello un panorama que, sin duda alguna, constituye un sólido punto
de partida para ulteriores reflexiones en torno a este importante tema. Espero
sinceramente que otras entidades académicas y otros sectores de esta misma
Universidad vuelvan sus ojos hacia esta importante actividad social, ya que en su
valoración objetiva se cifran muchas de las posibilidades de alcanzar la
convivencia democrática y pacífica a la que aspiramos todos los mexicanos. Enhorabuena.
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