lunes, 18 de marzo de 2013

Los artesanos veracruzanos ante la crisis y la globalización. (Segunda Parte).


Los artesanos veracruzanos ante la crisis y la globalización. (Segunda Parte).
Por Óscar Hernández Beltrán

                Todo parecería indicar, entonces, que los efectos de la globalización han sido devastadores entre los jóvenes indígenas mexicanos, en lo que hace a su identidad cultural. El asunto, sin embargo, no parece ser tan sencillo: cuando los mismos jóvenes fueron interrogados acerca de la importancia que le concedían a las prácticas rituales de su cultura tradicional, la mayoría manifestó que guardaban para ellos una gran importancia, y que participaban activamente en los trabajos de su preparación y desarrollo. Casi todos se reservaban un rol muy bien determinado en celebraciones como las de días de muertos y se manifestaban orgullosos de dichas tradiciones y de los papeles que en ellas les tocaba representar. Concluyen entonces los estudiosos: “Como puede verse en este primer acercamiento de lo que sucede con los jóvenes en Yaxcabá, Yucatán, en ellos están presentes tanto las tendencias a la homogenización y la globalización, como las locales que se orientan hacia la reproducción de la cultura propia. Visto sólo el ámbito del consumo -tanto de bienes culturales (como la música, la televisión y el cine), como de ropa y productos industrializados-, hay cada vez más un parecido entre todos los jóvenes que comparten los mismos bloques comerciales hegemónicos: en este caso los monopolizados por Estados Unidos”[1].

Cambiando todo lo que hubiese que cambiar, la situación de los jóvenes indígenas veracruzanos no parece ser muy diferentes, como decíamos, a la de los jóvenes mayas. En el caso de los jóvenes artesanos, es un hecho evidente que, en gran medida, han dejado de utilizar cotidianamente la mayoría de los objetos que elaboran. Conviene destacar, sin embargo, que si bien se han distanciado de dichos artículos en su vida cotidiana, se mantienen como celosos herederos de las técnicas y los diseños, que suelen dominar con solvencia y hasta con maestría. Prueba de ello es que con frecuencia resultan ganadores en los concursos estatales a los que convocan dependencias públicas dedicadas a impulsar la producción artesanal, aún en las ramas artesanales más practicadas, como la alfarería tradicional o los bordados.
                La pregunta que salta a la mente de inmediato es: ¿si no producen para ellos, para quién lo hacen? La respuesta está, desde luego, en los mercados alternos, es decir, en los circuitos comerciales de los núcleos urbanos, dónde existe un público que consume las artesanías, generalmente resignificándolas, esto es, otorgándoles un uso diverso al original. A estos mercados acuden los jóvenes artesanos con el apoyo de organismos oficiales o, la mayoría de las veces, como consecuencia de la intervención de intermediarios. A fin de incrementar la competitividad de sus productos, los artesanos se ven obligados, además, a modificar sus diseños, a fin empatarlos con los gustos y las necesidades del público citadino.
                Ante dicha situación surgen otras interrogantes, algunas de ellas sumamente inquietantes: ¿se están convirtiendo los jóvenes artesanos en meros maquiladores, que mantienen los diseños y las técnicas de las artesanías, pero no las cosmovisiones que originaron tales técnicas y diseños? ¿Se ha convertido el mercado artesanal en un simple espacio de consumo cada vez más caduco y residual? Ya en el lejano 1989, el doctor Néstor García Canclini se formulaba preguntas semejantes y respondía: “El incremento de las artesanías en países industrializados revela, según señalé antes, que el avance económico moderno no implica eliminar las fuerzas productivas que no sirven directamente a su expansión si esas fuerzas cohesionan a un sector numeroso, aún satisfacen necesidades sectoriales o las de una reproducción equilibrada del sistema. A la inversa, y complementariamente la reproducción de las tradiciones no exige cerrarse a la modernización. Además de estos casos mexicanos, otros de América Latina, por ejemplo el de Otavalo en Ecuador, muestran que la reelaboración heterodoxa-pero autogestiva- de las tradiciones puede ser fuente simultanea de prosperidad económica y reafirmación simbólica. Ni la modernización exige abolir las tradiciones, ni el destino fatal de los grupos tradicionales es quedar fuera de la modernidad”[2].

La palabra clave parece ser “autogestiva”. Esto significa que mientras las comunidades artesanales mantengan el control de las variaciones efectuadas en sus diseños, sea mediante la modificación directa o mediante la diversificación asistida o enriquecida por profesionales del diseño dispuestos a brindar un apoyo solidario a dichas comunidades, el proceso de significación artesanal podrá sufrir variantes que las adapten a los mercados, sin que ello se traduzca necesariamente en la pérdida de cohesión o identidad de sus creadores.
                El asunto, desde luego, no está exento de polémicas. Para algunos teóricos, los riesgos que se corren son muchos y prácticamente insalvables. Gilberto Giménez. En un estudio publicado en 2005 señala que, dentro de este panorama…  “se pueden delinear tres escenarios posibles para el futuro del patrimonio cultural:
1.                  Su depreciación paulatina como repertorio inerte y frío de un pasado premoderno, radicalmente incompatible con la dinámica de la globalización y de la postmodernidad.
2.                  Su recreación y revitalización a través de políticas de resistencia que contrabalanceen la ofensiva neoliberal contra las culturas de identidad y memoria.
3.                  Su transformación en mercancía de consumo a través de procesos de mercantilización que lo disocien de la memoria y de la identidad, subordinándolo a la lógica de valor de cambio”.

Desde el punto de vista neoliberal sólo el último escenario podría salvar a la cultura patrimonial, sobre todo en tiempos de adelgazamiento y crisis fiscal del Estado. En efecto, al mercado capitalista también le interesa el patrimonio cultural pero sólo como cultura de consumo y en cuanto mercancía rentable, lo que paradójicamente equivale a un tratamiento no cultural de la cultura”[3].

Algunas alternativas de fortalecimiento
Dadas tales perspectivas, conviene, creo, detenerse un momento ante dos aspectos que actualmente forman parte de los procesos de producción artesanal. Ambos los hemos tocado antes de manera apresurada: uno es la capacidad demostrada por las comunidades artesanales de generar redes internas de comunicación que, al tiempo que les brindan la oportunidad de fortalecer su identidad, les permiten conocer y entender las otras identidades y sostener con ellas un diálogo mutuamente enriquecedor; la otra es la capacidad de entablar un proceso creativo con las comunidades académicas, especialmente con las formadas en el ámbito del diseño industrial.

En Veracruz, ambos procesos están ocurriendo. En el primero de los casos, es decir, en lo que hace al establecimiento de redes, están empezando a surgir páginas electrónicas desde las que los grupos artesanales proponen y demandan acciones de intercambio y solidaridad. Por iniciativa propia, en el caso de los jóvenes, o con el apoyo de organismos estatales dedicados a la alfabetización digital, en el de los adultos, los artesanos veracruzanos se han propuesto mantener, según declaran, el control de sus procesos de supervivencia y expansión. Un caso paradigmático sería el de los lauderos tradicionales que elaboran jaranas para la interpretación del son jarocho, quienes no sólo han creado páginas para la difusión de sus objetivos y actividades sino que, además, han concitado la interactividad del público al desarrollar cursos de su especialidad en línea[4]. Otro proceso especialmente relevante es el de las artesanas bordadoras de Hueycuatitla, municipio de Benito Juárez, varias de ellas de edad adulta y monolingües, quienes diseñaron su página electrónica[5] bajo la guía de los asesores del denominado “Proyecto Vasconcelos”. Otros casos más podrían traerse a cuento.

Por lo que hace a la colaboración entre los artesanos y sus aliados potenciales, con la finalidad de preservar y fortalecer la producción artesanal, vale la pena mencionar el asunto de la participación de los diseñadores industriales en los procesos comunitarios de producción artesanal. La historia de esta colaboración es larga y ha tenido momentos estelares. En sus mejores expresiones, ha significado un apoyo muy importante para los artesanos, al posibilitar el desarrollo de productos caracterizados por su belleza, funcionalidad y gran impacto en el mercado. Ello ha sido posible cuando los diseñadores han sabido poner sus talentos y saberes al servicio de los artesanos, en lugar de poner el talento de los artesanos a su servicio.Ahora que las pautas de consumo de las artesanías se han modificado, dado que las comunidades que las producen están dejando de usarlas y que quienes viven en las ciudades las compran cada vez más, el papel de los diseñadores adquiere gran importancia, ya que ellos podrían ser el puente que posibilitara que las formas de los productos artesanales se adaptaran a los usos urbanos, sin merma de los diseños y las técnicas tradicionales.

El asunto es polémico, desde luego, y tiene que ver con las preocupaciones de los teóricos antes citados: ¿deben adocenarse los productos artesanales, a fin de hacerlos competitivos en el duro mercado actual, aún con riesgo de avasallar los presupuestos a culturales sobre los que descansan, que son precisamente los que les otorgan sentido, o se debe insistir en la producción las artesanías tradicionales, con grave riesgo de que desaparezcan? En todo caso, queda claro que cualquiera de los caminos que se tome debe ser decidido precisamente por las comunidades artesanales y no por personas o instituciones ajenas a ellas. Ello sólo será posible si todos potenciamos nuestras capacidades de comunicación para el diálogo intercultural.

No es esta, sin duda, la primera ocasión en que la producción artesanal atraviesa por una grave crisis. La diferencia podría radicar en todo caso, en que ahora los artesanos parecen estar más conscientes de sus derechos de expresión y más decididos que nunca a ejercerlos con las herramientas a su alcance. A todos nos corresponde luchar porque tales derechos sean respetados.

Bibliohemerografía:
Libros:
Arizpe, Lourdes (coord.). Retos culturales de México frente a la globalización. México. H. Cámara de Diputados, LIX Legislatura. Miguel Ángel Porrúa, librero-editor. 627 pp.

Cruz Muerueta, Mariana; López Binnqüist, Citlalli y Neyra González, Lucila. Artesanías y medio ambiente. Fonart-Conabio. México, 2009. 146 pp.

García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México. Editorial Grijalbo. 1989. 363 pp.

Mc. Gregor Campuzano, José Antonio (coord.). Memorias del Tercer Encuentro Internacional de Gestores y Promotores Culturales (Guadalajara, 2005). Patrimonio cultural y turismo. Cuadernos 13. CONACULTA. 2005. 186 pp.

Paris Pombo, Maria Dolores. Crisis e identidades colectivas en América Latina. México. Plaza y Valdés Editores. 1990. 157 pp.

Subercaseaux, Bernardo. Nación y cultura en América Latina. Diversidad cultural y globalización. Chile. LOM Ediciones. 2002. 76 pp.

Varios Memoria Foros Culturales 2000. Fondos Regionales de la Zona Sur. CONACULTA. 578 pp.

Revistas:
Centenarios. Revoluciones sociales en Veracruz. Revista bimestral editada por la Secretaría de Educación de Veracruz, Año III, Num. 13.

Páginas Electrónicas:
Bordados Ixcacuatitla: http://www.proyectovasconcelos.com.mx/bordadoras/otros.html

Curso de Laudería: http://jarochelo.com/es/videos/consejos-laudero/comparte-mini-videos-de-son-jarocho-jarana-y-requinto/http://www.youtube.com/watch?v=sBpcejpxm8g



[1] Ibid. p.349.
[2] García Canclini, Néstor. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México. Editorial Grijalbo. 1989. p.221.
[3] Giménez, Gilberto. “Patrimonio e identidad frente a la globalización” en: “Gestión Cultural: planta viva en crecimiento”. Memorias del Tercer Encuentro Internacional de Gestores y Promotores Culturales (Guadalajara, 2005). Patrimonio cultural y turismo. Cuadernos 13. CONACULTA. 2005. p.181.
[4] Vease: http://www.youtube.com/watch?v=sBpcejpxm8g
[5] http://www.proyectovasconcelos.com.mx/bordadoras/otros.html

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